Friday, July 28, 2006

¿Qué clase de olla es usted?

Clasificamos. Voluntariamente o no, clasificamos todo. Y es que lo necesitamos. Recibimos toneladas de información a diario y debemos hacerla manejable, además por naturaleza de los seres humanos brillantes o de los que persiguen la fama, buscamos diferenciar nuestras acciones, por eso buscamos hacer clasificaciones. Es de allí que tenemos tendencias del cine, tipos de música, distintas clases de narrativa o poesía, arte de esta, o arte de la otra. Muchas clasificaciones.

Otra modalidad de clasificaciones es sobre los mismos seres humanos, y sobre esta si que tenemos distintas categorías. Dentro de ellas: nacionalidades, razas, religiones, gustos, estratos, familias, profesiones, hobbies, la manera como aprendemos, tipo de sangre… Muchas clasificaciones.
Les traigo entonces una nueva clasificación, que aunque corra el peligro de pasar a engrosar la ya nutrida lista, les va a dar un momento de relajación mientras sobre estas palabras ustedes navegan y luego les entregará otros momentos de reflexión mientras se auto clasifican y clasifican a los mas cercanos a ustedes en esta nueva métrica que me permito introducir como ¿qué clase de olla es usted?
Usted puede ser un caldero, una marmita o una olla express. Alguna pista? Espero que no.
Trate de pensar por un momento a que puedo estar refiriéndome con esta extraña forma de agrupar a los seres humanos bajo el título de unos elementos usados en la culinaria y en la industria para determinados casos. Trate usted de atar cabos, de usar la intuición y el máximo de su imaginación y tómese unos segundos para tratar de pronosticar la clasificación que estoy a punto de presentarle, a ver, lo espero, 1…. 2 ….. 3….. 4….. 5. Alguna idea? Bien, si la tuvo guárdela en la memoria inmediata de su cerebro, active los músculos motores de sus falanges y ponga un post, pero primero, salga de la duda y conozca de que se trata la clasificación de los hombres y las mujeres según su capacidad para expresar lo que sienten.
Antes de darle paso a la explicación per se, debo darle contexto al origen mismo y para tal fin debo referirme a la tradicional y bien conocida por todos (espero) acción de cocinar. No debe ser usted un chef de recorrido internacional para saber que basta con colocar un elemento, por lo general hecho de un material de propiedades metálicas, sobre una fuente de calor cuyo origen es un combustible o la misma energía eléctrica pero que para nuestro caso es totalmente irrelevante. Sea pues la fuente de calor todas aquellas cosas que le muevan el corazón y que necesite usted expresarlas y sea la forma de expresarlas la parte superior de cualquiera de los tres elementos que representan la nueva clasificación de los humanos. Ahora si.
Existimos los calderos. Somos personas por lo general kinéticas, frenéticamente pasionales, difícilmente cautelosos y cortantemente honestos. Los calderos, como aquellos donde las brujas de los dibujos animados cocinaban sus menjurges, carecemos de una tapa superior que impida que expresemos con abierta franqueza los sentimientos que nos invaden y de hecho, por pura física de las partículas gaseosas, toda la energía recibida en los calderos, proveniente de la fuente de calor, se encarga de emanar vapores de forma constante y armónica, y estos vapores se mezclan con el aire circundante para hacerlo partícipe de la gran variedad de olores y sabores de todo lo que dentro del caldero se cocina, estos vapores emulan las palabras, que gracias a la facilidad con la que salen, colorean alegremente la cotidianidad de las vidas que los rodean y representan la máxima sinceridad dado el flujo constante de palabras llenas de sentimientos e impulsadas por el calor de lo que sea que las motiva.
También tenemos a las marmitas. Estos herméticos personajes se encuentran sellados en su parte superior por elementos que son producto de las maravillas de la ingeniería que con tremenda precisión garantizan que el cien por ciento de los contenidos que ebullen dentro de estos recipientes, producto de las fuentes de calor, se conserven dentro de la marmita aumentando los mismos efectos internos, pulverizando los elementos que allí se encuentren, cocinando en su interior la magnificencia de los productos del corazón y conservándolos para si mismos, engrandeciéndolos en su interior, aumentando la entropía de su sistema y enamorándose cada vez mas y mas pero hacia adentro. Los personajes con características marmiticas son extremadamente cuidadosos de su apariencia personal, sensibles al juicio de los que los rodean, son objetivos, analíticos, un tanto aburridos, muy leales y firmemente racionales.
Ahora tenemos la tercera categoría, que en honor a la verdad es la que me parece más encantadora. Estos son las ollas express. Recuerdan ustedes ese zumbido fastidioso del sábado a las 11:30 a.m. en sus respectivas casas de familia? Y si recuerdan el desagradable ruido de seguro se activarán también las neuronas encargadas de almacenar los códigos que representan el olor a fríjoles con garra, a garbanzos o cualquier otro grano comestible de por si clásicos en el altiplano cundi-boyacense y todos estos recuerdos son fruto de la paciente y explosiva acción de la olla express. Y es que la olla express tiene un admirable mecanismo barométrico que permite que la fuente de calor potencie todo su efecto dentro del recipiente, cocine todo lo que allí se encuentre, use todos los vapores derivados de la mezcla interna para engrandecer los efectos recibidos y en el preciso instante en el que aquellos que estén cuidando del proceso culinario (o sea los observadores de la olla express) creen que todo está tranquilo, que allí no pasa nada, que los efectos de la fuente de sentimientos se están quedando petrificados, en ese preciso instante se viene la hecatombe. Una sola caloría mas recibida, que puede ser desde una palabra sin contexto hasta un detalle encantador, hace que el mecanismo se active y se viene la ráfaga de expresiones mezcladas sin parar, se desfogan todas las consecuencias de lo que ha venido aconteciendo dentro de la olla y es ahí cuando te llegan los “te amo” inesperados o esos besos que nos dejan suspirando toda una semana o esa palabra que nos deja completamente mudos y como si fuera poco también nos deja medio tontos. La explosividad inesperada mezclada con la aparente calma hacen de las ollas express unos personajes dignos de estudiar y definitivamente los hacen interesantes.
No es bueno ni malo pertenecer a alguna de estas categorías, de hecho, es natural. Somos distintos. Pero eso si me quiero asegurar de que la moraleja de este escrito que introduce esta categoría medio rara y medio obvia quede bien clarita. Todos estamos expuestos a fuentes de amor y a todos, sin importar que olla somos, nos mueven los sentimientos, nos cocinan algo por dentro y nos hacen mejores personas, o quien me puede decir que un sancocho bien cocinado no es mas rico que un montón de arracacha, yuca, zapallo y una gallina por ahí cacareando alrededor?

Tuesday, July 11, 2006

La teoría del dominio y el rango

En las matemáticas convencionales que de seguro cada uno de nosotros tuvo el placer o la tortura de aprender en el bachillerato, cuando llegábamos al tema de las funciones, nos debieron hablar del dominio y el rango. Usaré esta analogía gramatical para llegar a una pregunta que hoy ha sido motivo de mi intriga y que además permanece sin ser respondida satisfactoriamente.

Una función tiene un dominio, lugar donde se encuentran todos los números que pueden operar en ella, usemos pues dos dominios, el conjunto de todos los sentimientos del ser humano y el conjunto de pensamientos del mismo. Una función tiene también un rango, siendo este el conjunto donde las posibles respuestas de esta función se encuentran, llamemos ahora rango al corazón y al cerebro.

Ahora acá viene la pregunta, o lo que es mejor, viene la serie de preguntas asociadas; así que apreciado lector, apriete el cinturón y no pierda el hilo de la lectura que aunque vaya a parecer de algún modo confusa, estará en todo momento conectada.

El dominio de los sentimientos, siendo estos todos los asociados con palabras como amistad, amor, cariño, desagrado, aprecio, odio y demás de una lista bastante nutrida, encuentra su rango de respuestas en el corazón, o al menos allí parecen estar, ya que es el lugar físico donde se sienten reacciones atípicas e involuntarias causadas por la puesta en marcha de cualquiera de los sentimientos arriba mencionados y omitidos por objeto de resumir este escrito. De la misma forma, el domino de los pensamientos encuentra sus respuestas en el cerebro, y esta afirmación si está científicamente demostrada y bastante bien estudiada.

Pregunta, pueden la función de los sentimientos y la función de los pensamientos conmutar sus rangos, o sea, encontrar respuestas en cualquiera de los dos, corazón o cerebro?. O mejor aún, pueden encontrarse respuestas complementarias que usen los dos rangos? O que tal así, son los rangos del corazón y del cerebro, mutuamente excluyentes? Son perfectamente complementarios? Son condicionalmente complementarios? Y que tal esta, las funciones de sentimientos y pensamientos son independientes?

Se ha usted enredado señor lector? Pues yo si. Le pongo un ejemplo que represente alguna de las dudas que acá arriba expresadas en términos matemáticos representan el dolor de cabeza de muchas personas en el día a día. Se ha arrepentido alguna vez usted por algo que dejó de hacer? Ahí está usando la cabeza para juzgar un sentimiento, y yendo más allá, usted seguro usó la cabeza por no darle paso al sentimiento.

Se ha enamorado usted alguna vez de tal forma, que aun sabiendo que se iba a estrellar, continuó? Muy bien, evitó que la cabeza se metiera en la función sentimental, pero luego, cuando el amor ya no está, la cabeza no le reclama?

No es mi intención poner mas preguntas que ejemplifiquen mis dudas de rango y dominio, solo pretendo expresar el salpicón cardio-cerebral al que los seres humanos inteligentes y pasionales estamos expuestos en el día a día y conocer sus respuestas a las preguntas expuestas en el párrafo 5 de esta historia. Adelante, devuélvase a ese párrafo y cuénteme su teoría. Eso si, se le agradece por anticipado que no me enrede mas.