Thursday, May 17, 2007

PERFECTO

El movimiento de tres piñones concéntricos que se muevan infinitamente ignorando altivamente la segunda ley de newton mediante su evidente pasada por alto del rozamiento, que con solo una ignición energética se mantendría por toda la eternidad girando y así proveyendo energía cinética a cualquier beneficiario era la idea de perfección de Edwin Gray.

Un trozo de tela café enmarcado en algún tipo de madera que permita el envejecimiento elegante. Este objeto colgado a unos cuantos metros de una cabeza humana promedio, inmutable en las alturas, inalcanzable para los brazos pero perfectamente dimensionable para los ojos que identifican en el objeto vida propia, que pueden sentir el clima dibujado sobre el trapo tensionado, que incluso pueden percibir los olores de las inertes figuras que de una extraña y maravillosa manera cobran vida y dejan entrever los más profundos sentimientos de enemigos, musas, paisajes y personajes contemporáneos de estos grandiosos genios que con las mismas características físicas que nosotros han sido capaces de crear vida desde sus propias manos y unos cuantos elementos más que separados son pinceles, tintas, óleos y aceites pero en conjunción con los dedos del artista son un el acto sagrado de procrear y darle vida a lo que nunca más será una inerte tela enmarcada en un trozo de madera que permita el envejecimiento elegante. Esto es perfección para los pintores y amantes de la pintura.

Cabe y encaja perfectamente en la mano, sin esfuerzos. Solo reposa en nuestros dedos y podemos sentir su suave textura ligeramente rugosa y cubierta de una agradable capa de motitas blancas casi invisibles, casi imperceptibles, pero presentes. Tiene un color naranja claro, algunos visos verdes y algunos visos rojas se combinan en la superficie de este cuerpo curvo y puntiagudo en los extremos. Su consistencia nos permite adivinar que es una fruta madura, las paredes exteriores se muestran firmes pero su contenido es jugoso y consistente a la vez. Mientras este ovoide en tercera dimensión danza delicadamente sobre nuestra palma y deleita a las yemas de nuestros dedos con su roce mágico y olor a durazno fresco invade nuestras fosas nasales y nos obliga a cerrar los ojos y llevar la cabeza hacia atrás para mantener por el mayor tiempo posible la furtiva sensación olfativa que penetra nuestro cerebro y nos invita a deleitar nuestro manjar. Lentamente y con una inevitable sonrisa de placer en los labios acercamos el durazno a nuestra boca, al abrirla, el olor nos invade con mas fuerza y activa el sistema nervioso para sostener la respiración justo en el momento de morder el suave cuerpo naranja que nos envía una combinación completamente balanceada de ese líquido agridulce que acompaña el primer mordisco de lo que es perfección para los que nos gustan los duraznos.

Miles de personas dirigiendo la mirada a unos cuantos metros cuadrados delimitados por unas rayas blancas donde algunos hombres libran una batalla odiséica por el orgullo, la pasión y el resto de emociones que condensa el deporte mas famoso del planeta. Una de esas personas mantiene en tensión la mayoría de su cuerpo y el momento en el que está desistiendo, el preciso instante en que su mirada comienza a tener la metamorfosis de la expectativa al aburrimiento, en el segundo en que una voz interna comienza a condenar a los once guerreros que se baten en la lid del campo verde, en ese instante donde ese individuo baja los hombros y comienza a tomar una pose de inconfundible y dolorosa derrota pasa lo que esta persona y las miles a su alrededor han deseado con fuerza descomunal. La armoniosa combinación de inteligencia y destreza permite que el equipo allí abajo toque una sinfónica sin igual cuyo acorde final es el roce de una pelota de cuero con unas telas en forma de malla. El balón ha golpeado la red, y esta imagen con su imperceptible sonido desatan una euforia sin igual, la adrenalina corre sin restricciones hasta límites inimaginados y la palabra felicidad tiene sentido en medio de miles de desconocidos que sonríen y vociferan al unísono compartiendo lo que significa perfección para los amantes del fútbol.

Ahora mis queridos lectores, les compartiré lo que significa perfecto para mi.

Un ventanal con las cortinas entreabiertas. Afuera se mueven libremente las verdes hojas de árboles frutales que descansan tranquilos, sembrados en una fértil tierra negra y ostentan orgullos los frutos y hojas de colores que apenas si dejan entrever su belleza a la luz de una brillante luna blanca que se iza por el occidente, aun cerca de las montañas que se pueden divisar a lo lejos y que son el límite natural de una serie de lucecitas que se ven intermitentes y que componen un pequeño pueblo, tranquilo y apacible, orgulloso de su belleza nocturna, vecino de un lago que también refleja las parpadeantes luces amarillas del pueblo chico y la grandeza de nuestro satélite natural que incrementa su intensidad luminaria a medida que asciende por la bóveda celeste llena de estrellas estampadas en la pared superior y que se comunican al unísono con el armónico destellar de las luces del pueblo. Todo esto a través del ventanal.
Una sala improvisada con dos sillas rojas de tamaño superior al promedio, cómodas para una buena función. Una auténtica prenda del altiplano cundiboyacense de color gris que impide que la temperatura exterior y el fresco viento del campo perturben la sensación térmica templada de aquello que cubre. Una selección musical única con dedicaciones explícitas e implícitas, con palabras escritas para ser apreciadas en la combinación de emociones de los seres humanos, con sonidos que producen una serie de fotos y videos mentales, que producen una cápsula del tiempo para viajar a distintas situaciones y contextos y que también tienen la increíble capacidad de hacer palpitar a distinto ritmo el corazón. Una botella del fruto de las mejores vides del sur, de sabor amargo y olor fuerte, de un color indescifrable a la luz de la poca luz pero de un sabor inolvidable para los paladares sedientos. Todo esto a este lado del ventanal.
Y también a este lado del ventanal el y ella, sumidos en la grandeza de lo que ven y engrandecidos por la fuerza de lo que sienten. El y ella exigiendo cada uno de sus sentidos al máximo. Para alimentar sus ojos con la belleza del paisaje nocturno que parece bailar al sonido de las canciones que solo tienen sentido para ellos y acompañarlo con la sensación de un buen vino, una conversación estrellada pero coherente y el roce armonioso de sus manos que se encuentran intencionalmente en el vacío de las dos sillas de la improvisada sala y que al momento de entrelazarse llaman a sus bocas que muy lentamente se acercan y antes de encontrarse sienten su caliente respiración y exactamente antes del primer roce representan lo que para mi es PERFECTO.

1 Comments:

Blogger CaroLaiton said...

Mi amor que perfecta descripción de uno de los tantos instantes perfectOs juntos.

Te amO

7:44 PM  

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